¿Qué nos está pasando? Fenómenos psicológicos en tiempos revueltos
Una realidad confusa y compleja es la que estamos viviendo en este principio del 2020. Una lucha compartida por todos los habitantes del Planeta Tierra. No quiero compartir contigo hoy otra lista de consejos para sobrellevar esta restricción de libertad justificada; creo que ya te llegaron muchas pautas útiles, y que estás haciendo funcionar bien tus recursos, tu creatividad, y tu sentido de la conciencia colectiva. Hoy me apetece salirme de lo que ya está dicho, y bien dicho, para comprender qué posibles fenómenos psicológicos podríamos estar experimentando mientras estamos pasando esta crisis. Quizás puedas darle nombre a algo que estés viviendo en primera persona.
Necesitamos respuestas para bajar el nivel de incertidumbre
Hoy más que nunca sentimos una fuerte necesidad de saber qué es lo que va a pasar. La incertidumbre nos lleva a la búsqueda de información para calmar la angustia por la falta de control. Control sobre el hoy y sobre el mañana. Hoy más que nunca ponemos a prueba nuestra tolerancia a la incertidumbre. ¿Cuánto necesito bajar mi nivel de incertidumbre para hacerla soportable? Aquellas personas que necesitan encontrarse en un nivel bajo de duda invertirán mucho esfuerzo en buscar respuestas; aquellas otras que toleran un nivel más alto de duda invertirán menos esfuerzo en buscar respuestas.
La cuestión que se nos plantea es la siguiente: con tal de no encontrarnos en el incómodo estado de no saber qué pasará, podríamos estar buscando atajos y respuestas urgentes, pero no necesariamente válidas. A este acto de cerrar la incertidumbre se le llama cierre cognitivo. Si cierro, detengo la búsqueda incesante de información. En una situación de excepción y sin precedentes, como la que estamos viviendo actualmente, el posible error que podríamos estar cometiendo es el de centrarnos más en cerrar rápido que en hacerlo de forma correcta. Lo que nos pasaría entonces es que demos por válidas respuestas que tan solo conseguirían calmar mi ansiedad durante un tiempo, pero que perderían todo valor. Mi estado de incertidumbre aparecería nuevamente. De este modo alternaríamos estados de tranquilidad con estados de inquietud. ¿Qué pasa cuando ninguna respuesta apacigua mi angustia de duda? ¿Qué pasaría si nuestro estado de incertidumbre durara más de lo esperable?
Si miramos fijamente algo, el resto pierde nitidez
Si te digo Heisenberg ¿quién te viene a la mente? Sin duda estarás recordando a ese científico alemán de principios del Siglo XX que recibió el premio Nobel de física en 1932 y que acuño lo que se conoce como el Principio de Incertidumbre. Es curioso cómo su teoría, relacionada con su ámbito de especialización, la física cuántica, puede extrapolarse al campo de la Psicología. Y cómo nos puede ayudar a comprender algo de la situación actual.
El principio de Heisenberg viene a decir que cuando nos proponemos analizar y medir un determinado aspecto, pueden pasar dos cosas: uno, dejamos de tener en cuenta otros aspectos que no estamos midiendo, y dos, que el solo hecho de centrar la medición en dicho aspecto puede alterar otros aspectos presentes.
Pongamos por ejemplo que queremos medir el nivel de activación fisiológica y psicológica que darían cuenta de las emociones que está sintiendo un músico profesional al tocar una obra. Por una parte, estas mediciones se verían alteradas por la propia medición; es decir, el músico, consciente de estar siendo evaluado, haría que la medición no fuera pura y neutra. Por otra parte, el hecho de centrarnos en medir un aspecto concreto de la experiencia del músico en ese momento, hace que dejemos de lado otros aspectos de esta misma realidad, como por ejemplo el momento personal del sujeto, su destreza y conocimientos musicales, el entorno en el que toca, el público presente, que están influyendo.
La llegada a nuestras vidas del COVID-19 de manera tan brusca ha provocado una respuesta de atención selectiva centrada en exclusividad en este tema. Respuesta adaptativa, claro. Pero con ello aparece el fenómeno del que estamos hablando: la dificultad para ver con nitidez otros aspectos que, antes importantes o no, siguen formando nuestra realidad. La pregunta es ¿de qué te has descentrado? ¿a qué no puedes atender del mismo modo? ¿qué ha cambiado en tu forma de ver las cosas? Es muy posible que concentrar toda nuestra visión en este tema tan importante esté influyendo de manera igualmente importante en cómo estamos atendiendo otros temas.
Ajuste entre probabilidad y posibilidad
Te planteo el siguiente ejercicio: cambia la palabra posible por probable en cualquier frase donde estás pensando que puede pasarte algo malo. Y trata de responder con la máxima objetividad. ¿Es posible que te toque vivir un accidente aéreo? Sí, es posible. ¿Es probable que te toque vivir un accidente aéreo? Sí, pero es poco probable. ¿Es posible que te toque el gordo de la lotería? Sí, es posible, ¿Es probable que te toque el gordo de la lotería? Sí, pero es muy poco probable.
Posible, todo es posible; incluso hay situaciones en que la posibilidad se acerca a la probabilidad. En estos tiempos de virus, también podemos realizar este ejercicio. ¿Es posible que contraiga el COVID-19? Sí, es posible. ¿Es probable que contraiga el COVID-19? Si, la probabilidad puede ser alta, pero va bajando si, por ejemplo, tomo las medidas para prevenir mi contagio. Seguimos preguntándonos ¿es posible que muera por contraer el COVID-19? Sí, es posible. Pero la probabilidad de morir por contraer el virus aún es más baja que su posibilidad, y va bajando más si a) no soy una persona de riesgo b) tomo todas las medidas sanitarias recomendadas c) la ciencia descubre la vacuna, etc.
En próximas entregas seguiré descubriendo contigo los fenómenos psicológicos que nos acompañan en estos tiempos revueltos.