En la consulta estamos los tres

La pareja sexual puede callar, hacer como que no pasa nada, disminuir la frecuencia de las interacciones, mostrar desinterés. También puede hacer patente el problema de manera activa, con otro problema sexual, con enfados y reproches varios, pidiendo al portador del problema que acuda a la consulta del especialista. En los casos donde lo anterior no ha surgido, la dificultad no resuelta puede, en no pocas ocasiones, acabar en ruptura de la relación de pareja. En todos los casos, una disfunción en uno o una afecta, irremediablemente, al otro u otra. Cuando evaluamos e intervenimos en los problemas de cama, tenemos  presente en todo momento la dimensión relacional ¿Cómo le estará afectando el problema a la relación? ¿En qué medida la relación interviene en la manifestación del problema? No es raro empezar hablando de sexo y acabar hablando de problemas de pareja, y viceversa. Por ello, conviene que en terapia sexual participen las personas que forman la relación.

Phillippe Caillé, psiquiatra y terapeuta sistémico familiar y de pareja, habla del absoluto relacional; dicho de manera sencilla, este profesional propone que cuando hablamos de dos personas que se relacionan formando una pareja, crean un tercero llamado nosotros. Dice Caillé “uno más uno son tres”. Un poco o mucho de mí aporta a nosotros, y un poquito o mucho de ti aporta a nosotros. Si solo nos ocuparamos de ti o de mí cuando trabajamos la sexualidad en la pareja, sin duda estaríamos obviando al absoluto relacional, y pasamos al lado de cuestiones sumamente importante para un abordaje acertado de algo que nos afecta a los dos.

En mi despacho tengo, como mínimo, tres asientos. En los casos en los que trabajo con hombres o mujeres solteros, siempre dejo al lado suya una silla vacía. No vaya a ser que aparezca en el transcurso del relato o de manera imaginada en la mente de mi paciente un hombre o una mujer;  y si así fuera, yo quiero invitarle a nuestra sesión, de manera simbólica sentándose en la silla que sobra. Porque si hay un ámbito donde un problema puede serlo solo en la medida en que aparezca a escena otra persona, ése es el afectivo-sexual. Pocas veces oiréis a un hombre hablar de eyaculación precoz en sus encuentros en solitario de autoestimulación. Pocas veces oiréis a una mujer hablar de problemas para experimentar excitación en su placer erótico a solas. La ansiedad de fallo ante alguien a quien gustar y complacer trae consigo grandes bloqueos y disfunciones.

¡Bienvenidos, ambos dos, a mi consulta!

Abordando lo inconfesable

El primero de todos es el que marca un antes y un después; pre y post tragedia, al menos así se vive la experiencia cuando a quien le pasa es a ti. Y no es para menos, si sientes que te juegas el tipo. Te gustaría fingir que no ha pasado nada, ojalá no tuviera importancia. Pero esa noche pasó. Y la otra también. “¿Y mañana? Fijo que también”. Le das vueltas, vueltas y vueltas, sin entender por qué a ti. Pero, sobre todo, ¿por qué a ti, en ese lugar y con esa persona? Qué vergüenza. Anticipas la situación y te entra un sudor frío al imaginar no poder hacer nada para evitar que aparezca, sin permiso, de nuevo. Ni siquiera puedes plantearte ningún tipo de solución porque crees que no la hay, pero sigues empeñándote y empeñándote. Sí, claro que lo has probado todo; hace poco lo intentaste varias veces seguidas sin parar hasta que, agotado y roto, tuviste que rendirte rabioso. Hubo una época en que lo evitabas para no pasarlo tan mal, huyendo de determinadas situaciones comprometidas. Lo echas en falta; que más quisieras que poder disfrutarlo sin miedo. Has perdido la ilusión y ya no sabes ni si te apetece nada de lo que tenga que ver con eso. En fin, no sabes qué hacer, y menos a quién contárselo.

Si el fallo se convierte en problema

La disfunción eréctil es la dificultad o imposibilidad de alcanzar o mantener una erección del pene lo bastante firme como para poder realizar el coito. Causa un importante malestar y puede originar conflictos de pareja. Puede ser total, cuando la falta de erección es completa, o parcial cuando aparece cierta erección pero no con la suficiente rigidez. Los hombres lo viven con extrema sensibilidad pues aún parece que cuestiona su virilidad, pudiendo representar a menudo toda una crisis vital y una desvalorización personal. Afecta tanto a hetero como a homosexuales.

Tranquilo. No eres el único. Se considera que casi todos los hombres, en un momento dado de su vida, han tenido o tendrán un problema en cómo su cuerpo se comporta a nivel sexual. La respuesta de excitación ante estímulos sexuales es muy frágil y susceptible de verse alterada por multitud de factores. Es un motivo de consulta muy habitual.

Cuándo pedir ayuda

Cuando el malestar es importante e interfiere con tu vida o con la relación de pareja. Cuando el problema se ha presentado en más del 25% de los encuentros sexuales. Cuando es situacional, por ejemplo en los días fértiles cuando se busca un embarazo. Cuando se prevé que de un fallo esporádico se va a hacer una bola grande.

El bucle sin salida

Las personas que acuden por este problema suelen contar que se han metido en un bucle obsesivo del que no consiguen salir. Así es. El círculo vicioso vendría a ser algo así: temo volver a fallar, y me angustia no complacer a mi compañero/a sexual, que me acabará dejando; voy a cada relación como si de un examen se tratará; durante el acto estoy muy pendiente de si mi pene se pone o no se pone, sin importar nada más que eso; esta constante auto-observación impide que me deje llevar por las sensaciones eróticas, y menos que pueda excitarme con calma; en ocasiones me avergüenza y no dejo que me toquen; lo paso fatal y cuanto más lo intento arreglar, peor me sale.

Este kit ansiedad cumple la profecía autocumplida; en estas condiciones, físicas y mentales, probablemente el pene entre en un estado de shock o de miedo escénico del que será difícil remontar, manteniendo y agravando el problema en cada relación frustrada. La sensación de fracaso es máxima y la llegada a consulta ocurre en un estado de crisis e intensa preocupación.

La terapia sexual

La terapia sexual es una de mis funciones como psicóloga-sexóloga. Voy a resumir algunos de los objetivos de terapia a trabajar cuando hemos diagnosticado una disfunción eréctil persistente y recurrente. Leerlo te dará pistas, pero no garantiza un cambio exitoso, pues una terapia ofrece un planteamiento más completo y una supervisión a través de sesiones presenciales periódicas.

La solución es el problema

Contrariamente a cómo solucionamos otros problemas en la vida, para los asuntos de cama hace falta cambiar de esquema. Si pusiste toda tu atención, tus energías y tus trucos para intentar solucionar los fallos de erección que llevas un tiempo teniendo ¡para! Si no ha funcionado, detente y cambia. La fuerza ansiosa que pones para forzar tu pene a ponerse en erección está haciendo el efecto contrario: a más ansiedad, menos erección. Tu sistema nervioso autónomo simpático ésta demasiado activado. Tener o no una erección no es algo que puedas controlar con tu voluntad, desde el pensamiento. Lo que de momento debes hacer para suavizar tu estado de alerta es dejar de luchar contra eso que te pasa y centrarte en bajar tu activación psicofisiológica con tareas no exigentes.

Reestructurar

Es probable que con toda tu atención focalizada en la solución del problema, se te haya olvidado prestar atención a lo que necesitaría tu cuerpo, o sea tú, para funcionar adecuadamente. Relax. Dejar de sentirte amenazado. Confianza. Intimar con calma. Comprensión. ¿Cómo lo puedes conseguir? Dejando, de momento, aquello que te supone EL problema ¿el coito? ¿aventura de una noche? ¿un embarazo? ¿conquistar y demostrar? ¿la exigencia de tener que estar a la altura? Pues deja todas estas metas para más adelante, y vuelve a aquello que SI se te da bien y con lo que disfrutas en la cama.

El sexo con todos sus complementos

El coitocentrismo y la genitalidad, vaya para de protagonistas más soberbios y molestos. Te puedo decir que una gran parte de los problemas que llamamos disfunciones sexuales lo son si confundimos hacer el amor con coito y si nuestro único medio para alcanzar/dar placer son los genitales. Dicho esto, y te lo tienes que creer así tal cual porque de esto hablaré largo y tendido en otro post, vuelve al masaje sensorial, a las prácticas eróticas sensuales, a las caricias exploratorias, a todo aquello que, al fin y al cabo, no le va a exigir a tu pene nada que no quiera o no pueda hacer en estos momentos, o sea, ponerse erecto obligatoriamente. Para una buena práctica erótica no es necesaria una erección.

Autoestima y Asertividad sexual

Tú no eres eso que te pasa. Tu valor como persona, como hombre, como amante, como pareja… no depende de tu rendimiento sexual. Sé el amante que deseas ser, pese a tu problema. A veces es más el cómo se hace, que lo que se hace ¿a que sí? Por otra parte, si tienes claro que ahora necesitas un tiempo sin ponerte a prueba en la cama, en tu próximo encuentro expresa lo que necesitas, di que quieres ir despacio, como dos adolescentes que empiezan magreando. No tengas miedo en pedir que, de momento, sin coito por favor. Si te respetas, todo irá a mejor.